domingo, 27 de noviembre de 2011

¿SOCIAL DEMOCRACIA O SOCIALISMO?


No cabe duda de que el Partido popular sea, hoy por hoy, la única opción posible para el que, libre de rencores y prejuicios, quiere vivir en democracia justa y cabal. El partido socialista se ha enterrado solo, y aunque aun recogió muchos votos y posee un suelo de millones de ellos, la realidad es que los votantes a dicho partido tienen muy escasa consideración por parte de lo que se suele llamar el Pueblo en general.

Si con los hechos sucedidos en estas dos legislaturas, de persecución a todo lo que no fuera sus tendencias y hasta caprichos, siguen votándoles es que el pueblo español es más gente de impulsos que gente de reflexión. No es normal, que en medio de una debacle de tal envergadura todavía haya quien vote a un partido que lleva a la ruina a España, y que ha demostrado ser corrupto hasta la saciedad.

Los que nos equivocamos creyendo que podrían al principio hacer cosas interesantes, en orden a la integración de España y a la gestión limpia, dejando fuera del juego democrático a la corrupción y al favoritismo, estamos hoy decepcionados hasta un punto de no retorno.

Para poner a España patas arriba, ir contra la decencia tanto económica como moral, y establecer un leninismo de pandereta, con los comunistas tenemos de sobra. Lo que deseamos todos es una izquierda que navegue por encima de rencores, tipo memoria histórica, y que fustigue la corrupción del capitalismo. Con sus imposiciones y abusos, estamos convencidos de que el socialismo puro y duro no es la receta que necesitamos.

Lo que necesitamos como agua de mayo es una izquierda compacta y con intenciones de engrandecer el país, y demostrar que son mejores que los demás. Para alimentar rencores, y volver la tortilla con “otros medios”, para crear una nueva aristocracia política que denunció Milovan Dilas, en su libro “La nueva clase” no los necesitamos. El Pueblo los ha rechazado.

Necesitamos una izquierda distinta, que admita que haya otra forma de pensamiento político y moral, y que desde luego no intente hacer ingeniería social, de la que ya tenemos muestras de adonde lleva esta clase de mutación política. La democracia es reconocida como el “menos malo de todos los sistemas políticos”, como decía Winston Churchill.

El poder del Pueblo se desarrolla mediante partidos transparentes, que jueguen limpio, y que no necesiten nada más que de su buena gestión para gobernar quieta y pacíficamente a los ciudadanos, que para ello los ponen. Jugar a demócratas, cuando lo que se intenta es imponer una dictadura más o menos larvada, pero no menos real, no es lo que quieren los ciudadanos.

Ya se lo han dicho en las urnas, y las urnas son decisivas para mostrar la voluntad del pueblo soberano. Derrochar los haberes de toda la nación, jugar a los separatismos que siempre engendran más guerra y más odios, azuzar los sentimientos más primitivos de las personas, sobre todo de las menos favorecidas culturalmente, y ofender la cultura y creencias de una nación con imposiciones en asuntos de moral no es el camino recto.

Con decencia, patriotismo, contundencia en la defensa del ciudadano, y con una experta gestión de los pocos o muchos recursos de la nación, se puede ir muy lejos. No debemos ofendernos, si con políticas de café recogemos el desprecio que se percibe hacia nosotros en las naciones bien organizadas, en las que el orden resplandece, dando a los ciudadanos un bienestar de paz y prosperidad.  Y eso es lo que nosotros necesitamos.    



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