Como los
españoles somos dados a decir tantas majaderías, es obvio que también
necesitamos a los “amigables componedores” que nos echen una mano cuando esta
majadería afecta a alguien. Y como también somos tan directos, generalmente
hacemos una personalización de nuestra crítica en alguien de carne y hueso que “por
consiguiente” se "cabrea" y arma la “marimorena”.
Por eso en España
existe el que “echa una capote” sobre lo dicho, y aquí no ha pasado nada, sino
que el afectado ya no aguanta más al que lo criticó, prescindiendo de que la crítica
sea mas o menos cierta y justificada. Y a esta critica y a esta persona que
dice estas majaderías se le llama “fascista”; en catalán “feixista”… y a vivir.
Ahora ha
salido a la palestra la afirmación de un obispo que apoya la “inmersión lingüística”
que significa “en catalán nacionalista” que “aquí se habla lo que yo quiero y sanseacabó”.
Siempre, eso sí, en catalán. Los protestantes saltan de alegría al conocer el “renuncio”
del obispo, y pone a todos en las filas de los “traidores” porque no piensa el hombre
como ellos. Habiendo y hay que decirlo tantos “traidores a una u otra causa
entre los llamados protestantes.
Naturalmente
que muchos amigos del “resto de España”, católicos de muchos colores, han puesto
el grito en el cielo, y han dicho que ellos ya no se consideran católicos. Las
redes sociales y los comentaristas de noticias dicen que “con razón decía yo,
que esto del catolicismo era un montaje”. Y ahí queda la superficial opinión de los que antes eran católicos y ahora no lo son, porque un obispo opina extremadamente volcado hacia una de las tesis que se sostienen en este asunto.
Como es
preceptivo, los comentaristas defienden a capa y espada sus distintas percepciones
del fenómeno "nazi-catalanista", y la razón se pierde entre grandes sinrazones de
unos y de otros. Porque unos no quieren, como en años anteriores, beber cava
catalán, y otros dicen que se les está robando. Como se ve todo muy "meditado y objetivado".
En los
supermercados a pesar de la fama del Vichy catalán, la gente dice claramente “que
se lo beban ellos” y pasan a otros productos similares “fabricados en España”,
como si lo catalán no fuera español. Y es que la lógica y la objetividad
brillan por su ausencia en los debates sobre los asuntos nuestros y al final, casi siempre, se acaba diciéndole cabrón o desgraciado etc. al oponente.
Y a falta de
decisión de las autoridades “elegidas” por el pueblo, este se lanza cada uno
por sus fueros a dignificar su causa a la manera española, es decir, insultando
y amenazando. Seguro que así hayamos la solución al “conflicto catalán”. Sobre todo si interviene "el "razonable" amigo de ambos.
Cuando se maneja a las masas a las que se les ha vendido una promesa oculta detrás de intereses espùrios, les ponen una venda en los ojos y se les arrea con soflamas. Mucho mal para muy pocos beneficiados y algún día vendrán las lamentaciones.
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